Tembló. Todo lo que conocía hasta ese instante se tornó
frágil e insignificante. Contuvo la respiración, como si así pudiera evitar una
sacudida más. Cada movimiento en su intento de huida se hacía imposible y
volvía a caer. Fue entonces cuando cerró los ojos, pensando cómo salir de allí,
sujetándose contra sí mientras se resquebrajaba, se derrumbaban sus recuerdos,
rodeada de sueños rotos.
LBS
31.03.14